Opinión

La campaña se muda a los Estados Unidos

Panorama político nacional de los últimos siete días

Por Jorge Raventos

Javier Milei viaja mañana a Estados Unidos , donde permanecerá hasta el jueves a la noche. Estará acompañado por una extensa comitiva: su hermana y secretaria general de la Presidencia, Karina Milei; el portavoz, Manuel Adorni; los ministros de Economía, Luis Caputo; de Relaciones Exteriores, Gerardo Werthein; de Defensa, Luis Petri y  de Salud, Mario Lugones.

Las misiones oficiales previstas del Presidente son su encuentro con la número uno del FMI, Krystalina Georggieva,  su disertación de un cuarto de hora  en la Asamblea General de la ONU (así como su participación en la entrega del Global Award) y su encuentro con Benjamin Netanyahu, originalmente prevista para hacerse en Buenos Aires pero desplazada a Nueva York, donde no se atienden los pedidos de captura de la Corte Penal Internacional.

Más allá de esas tareas, Milei se encontrará con un catedrático catalán-americano, y mantendrá reuniones con organizaciones de la influyente colectividad judía estadounidense

La diplomacia argentina consiguió finalmenete concretar un encuentro de Milei con su amigo Donald Trump, aunque la agenda de éste se muestra recargada. Se produciría un cruce amable y una oportunidad fotográfica  en la sede  de Naciones Unidas, donde Trump disertará el martes. Dado que el turno de Milei se produce al día siguiente, para que ocurra el encuentro  entre ambos se requerirá del presidente argentino  que concurra dos veces al edificio de la calle East 42. París bien vale una misa.  La relación de Milei con Washington ha sido uno de los puntales de su presidencia y esta es una instancia que requiere  mucho apuntalamiento.

El sí de Scott Bessent

 En ese sentido quizás lo más importante del viaje  ocurra  la noche de la cena de los Global Awards, con el Presidente sentado a la misma  mesa que el Secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent. Cuando estuvo en Buenos Aires en abril, en un viaje especial que notoriamente buscaba destacar el apoyo de Washington a Milei, Bessent comprometió  el respaldo del Tesoro en caso de que Argentina pasara por una situación crítica. El Presidente argentino está interesado en que esa ayuda pase de la potencia al acto, ya que en los dos o tres últimos meses la situación económica y política ha ingresado en un remolino. Y teme que empeore antes de las urnas de octubre. Por eso, este viaje a Estados Unidos, los contactos con el tram de Trump y las gestiones para conseguir ayuda económica pueden tomarse como parte importante de la campaña electoral.

Antes ya de que  las urnas bonaerenses le propinaran al oficialismo nacional una paliza contabilizable en casi un 14 por ciento de distancia a favor del peronismo, la economía venía desorbitándose. El gobierno  intervino en el mercado financiero elevando notablemente las tasas para retener una subida del dólar, pero en cambio de conseguir ese objetivo aplastó el crédito y con él, el comercio y la producción que ya venían magullados desde  abril-mayo. La errática gestión económica se combinó con los efectos de la caída electoral en la provincia de Buenos Aires, las consecuencias  del audiogate (ahora apuntaladas por declaraciones de testigos en sede judicial) y la disparatada insistencia en vetar leyes aprobadas por el Congreso que no suponen una amenaza para el equilibrio fiscal y que empeoran el vínculo del Poder Ejecutivo con dos fragmentos  indispensables del sistema político: el Poder Legislativo y el poder de los gobernadores.

“Estas son mis ideas…”

Desde la noche de la derrota bonaerense el gobierno central  se distrajo en danzas y contradanzas relacionadas con sus pujas intestinas y en articular la campaña para las elecciones de octubre. Prometió autocrítica y, si bien sería ingenuo esperar que esta se traduzca en  declaraciones explícitas y autoflagelaciones, no era irrazonable esperar que se expresara en actos coherentes. No es coherente convocar a un acuerdo con los gobernadores (un diálogo que los mercados agradecerían) y simultáneamente bombardearlo insistiendo en vetos sobre iniciativas que ellos han sostenido unánimemente, como la distribución  de los aportes del Tesoro Nacional siguiendo las proporciones de la coparticipación. De ese modo la Casa Rosada ha cosechado nuevas derrotas en el Congreso y ha  visto cómo el riesgo país se empinaba y el dólar llegaba a una cotización de más de 1500 pesos  mientras el Tesoro quemaba reservas por más de 1000 millones de dólares y prometía sostener el tope superior de las bandas cambiarias vendiendo “todos los dólares que haga falta”.

Aunque se ufana de “tener espaldas” para sostener un sistema de bandas y un valor del dólar que todo el mundo da por extinguidos al día siguiente de la elección de octubre (o antes), cualquiera sea el resultado de las urnas, y presume de contar con 22.000 millones de dólares de reservas disponibles, los que cuentan las costillas del Banco Central aseguran que  la disponibilidad no supera los 6.000 millones, cifra con la que se vuelve difícil resistir si la demanda es la misma de la semana que acaba de terminar. Más allá de que los dólares así empleados disminuyen los fondos para afrontar las obligaciones externas a las que Argentina debe hacer frente en 2026 (empezando por los vencimientos de enero)

He allí el motivo por el que Milei anhela el sí de Scott Bessent. Un refuerzo de 8.000 millones destinados a garantizar los pagos de compromisos  tranquilizaría a los acreedores y permitiría bajar dos o tres cientos de puntos del riesgo país.

Mientras el león no está

Puede ser que la ausencia del Presidente entre mañana, lunes, y el próximo viernes, cuando estará de vuelta ofrezca un momento de pausa para  encaminar diálogos necesarios y apaciguar tensiones perjudiciales. Después del discurso presidencial de presentación del presupuesto del lunes 14 el riesgo país empezó su última trepada que llegó a 1500 puntos.

Sin los hermanos Milei en Buenos Aires, la campaña electoral y las negociaciones con los gobernadores y los aliados y exaliados legislativos pasan temporariamente a otras manos. ¿Las de Santiago Caputo, el influyente asesor del Presidente?¿Las de Guillermo Francos y su coequiper,  Lisandro Catalán? ¿Las de Lule Menem? Este último, que estuvo (y sigue estando) bajo fuego graneado a raíz de los audios de Spagnuolo y sus derivaciones, parecería haber sido apartado de los primeros planos, pero  no habría que guiarse por las apariencias. Pilar Ramírez, la joven que  en los papeles se encargará de la política territorial nacional de La Libertad Avanza montada sobre el triunfo que le dio al mileismo en la ciudad de Buenos Aires, es un fruto porteño, que difícilmente pueda operar con eficiencia similar en las provincias. Lule Menem, que es el influyente socio  de la secretaria general de la Presidencia, conducirá la campaña en el interior a través de Pilar Ramírez y ésta, obediente a Karina,  le servirá de pararrayos y le dará la posibilidad de  trabajar en los segundos planos que él siempre prefirió.

Santiago Caputo, que de a ratos posa de mileísta duro y expresión de las Fuerzas del Cielo y de a ratos se muestra como un lúcido estratega que evita las peleas innecesarias y busca el diálogo con el centro del espectro, ha llegado a la coordinación estratégica de la campaña fuera de tiempo, si se quiere. Si hubiera podido imponerse hace unos meses, el oficialismo quizás podría haber evitado chocar localmente con gobernadores  que en su momento ayudaron a Milei en momentos de crisis (por caso: el santafesino Pullaro o el correntino Valdés), podría incluso haber mantenido cerca o incluso tentar con incorporaciones al gabinete a políticos cooperativos como Juan Carlos Romero o el radical Rodrigo de Loredo. Pero en este instante, cuando los gobernadores han decidido buscar una senda de autonomía y cuando son pocos los que aceptarían  un cargo en el oficialismo después del 7 de septiembre y antes del 26 de octubre, Caputo sólo puede elegir un camino de confrontación. Ahora bien, a esta altura, aunque las consignas oficialistas lo pretendan, del otro lado no tienen una oposición ni exclusiva ni principalmente kirchnerista, sino una convergencia de hecho  y de rasgos plurales que resiste las formas más rústicas y extremas del mileísmo, que en muchos sectores  aprueba y aplaude  la baja de la inflación pero rechaza la caída del poder adquisitivo de los ingresos, que ha comprendido la necesidad de la disciplina fiscal, pero que no quiere  que ésta se base en eliminar la obra pública, la salud pública, la educación o los ingresos de los jubilados.

A diferencia de 2024/25, en la última semana el gobierno elevó un proyecto de presupuesto  2025/26. Después de los vetos y contravetos que en última instancia buscan emparchar los retrasos y falencias de este último año sin presupuesto, es indispensable que la discusión del que debe regir el año próximo se ponga en marcha rápidamente y se apruebe antes de fin de año. Con equilibrio fiscal y escuchando los reclamos de la sociedad.

Tener el presupuesto aprobado contribuirá a poner un piso de gobernabilidad al último tramo de la presidencia de Milei. Si se puede entender que en materia electoral el oficialismo juegue, a costo propio, a la polarización, es indispensable comprender que, sin una base de acuerdos mínimos los próximos dos años verán crecer los conflictos  y el país no podrá contar con las leyes el orden y el crecimiento que necesita.

Te puede interesar

Cargando...
Cargando...
Cargando...